Irvin, un menor migrante de 12 años, acude diariamente o cada vez que pueden a la zona Centro en búsqueda de ayuda alimentaria junto a sus padres, mencionó que aun estando acompañado de su mamá, papá y hermano ha sentido mucha tristeza por vivir en la calle.
«El ver a mis familiares batallar por comer en el camino hacia Ciudad Juárez, me ha hecho llorar mucho», relató para el Heraldo de Juárez, travesía que no ha sido nada fácil, tuvo que dejar su hogar.
«Tengo 12 años y no sabía que era estar en la calle, no tener para comer o ver mamá comer la mitad o menos y el resto compartirlo con mi hermano y conmigo», compartió mientras tras movía desesperadamente sus manos.
El menor, al que le gustan los helados de chocolate, hizo referencia a que desde que partieron de El Salvador, no tiene donde asearse, donde dormir sin miedo a que otras personas lleguen y los despojen de lo poco que cargan.
“Yo siento mucha tristeza y eso hace que me coma las uñas de las manos, sé que no debo hacerlo, pero la verdad no me gusta lo que estamos viviendo, mi mamá dice que pronto estaremos en otro lugar donde podré tener amigos y una casa”, dijo con lágrimas en los ojos.
Con una mirada distraída, el más pequeño, solo tomaba de las manos a su hermano mayor cuando este lloraba, se han acompañado bien, han sido fuertes y de alguna manera pacientes, pero si es difícil cuando ven que algunos de los compañeros de viaje se van al otro lado, dijo la madre de ambos.
Esta es una de las cientos o miles de historias que se pueden escuchar entre la población en situación de movilidad menor de 18 años, mismos que ya se han dicho por instituciones municipales que están siendo tratados por enfermedades como ansiedad, estrés, depresión, entre otras.
Se continúa exhortando a que se dirijan a los albergues, donde recibirán alimentos calientes, bebidas, estudio, recreación y atención médica, entre otros beneficios, asimismo para que logren concretar la cita ante el CBP One.